La concepción Hahnemanniana de
los miasmas crónicos (especialmente con respecto a la Psora), desde el punto de
vista científico actual debe considerarse como una hipótesis completamente
obsoleta. Sin embargo, ha permitido que la homeopatía se convierta en una
terapia de vanguardia que paradójicamente corresponde a las concepciones que la
ciencia médica ha desarrollado y sigue elaborando. Veamos cuáles son las
principales aportaciones que realiza:
1. La patología crónica no
venérea, regresa en forma más o menos modificada y con nuevos síntomas, una vez tratada homeopáticamente
y después de una aparente curación. Esto le hizo comprender que no son sólo los
estados morbosos del momento, sino que son parte de un mal originario subyacente
(profundo). Por lo tanto, es necesario encontrar medicamentos homeopáticos que
cubran toda la patología de fondo.
2. Las enfermedades no son
localizadas, están ligadas al estado general de la persona como parte de un
estado más general, Hahnemann lo llamó caquexia y otros discípulos diátesis.
Todo el organismo está conectado, no hay separación entre mente y cuerpo,
sensación, emoción y síntomas físicos, entre lo externo e interno del cuerpo.
Los miasmas crónicos comienzan en un punto, después de allí, se difunden a todo
el organismo, posteriormente se manifiesta en la piel y presentan síntomas en
toda la persona.
3. Consecuencias de la
supresión de síntomas. Hahnemann descubrió que los síntomas cutáneos de los
miasmas crónicos tienen la función de atenuar el mal interno, por tanto, mientras
están presentes no se desarrollan males generales, pero si son suprimidos la
diátesis privada de este síntoma vicariante se desarrolla enormemente.
4. Si un síntoma hace parte
de una enfermedad mayor extendida en todo el cuerpo, en la dimensión energética de su relación con
el ambiente y del tiempo de los años que ha vivido, claramente una terapia
contemplada en un solo síntoma puede tener repercusión en todo el resto del
organismo.
5. Descubre la
dinámica del poder curativo de la naturaleza (vis medicatrix naturae), la gran
fuerza que cura y que permite a la especie continuar existiendo. Actúa para
eliminar o aliviar lo más posible el estado de sufrimiento. Esta dinámica
ocurre en muchas enfermedades agudas (sarampión, lechina, rubeola, etc.) y
también en todas las enfermedades crónicas. Consiste en el intento de mover la enfermedad desde el interior del
organismo a las capas más externas, la piel y las mucosas, ya sea de
eliminación o exteriorización. Esta exteriorización de síntomas tiene la
función de reducir el malestar interno.
6. Si el malestar es eminentemente psicológico, puede
desencadenar la psora latente, pudiendo originar nuevas explosiones de malestar
ya sea en forma de erupción cutánea o en forma de síntomas internos.
7. Existen dos niveles de patología: aquella
aparentemente enlazada al órgano aislado y aquella vinculada a la alteración de
la función general del organismo, cuya expresión de síntomas pertenecen al
estado general individual de la persona, como lo son las reacciones mentales,
las sensaciones y signos evidentes.
El diagnóstico de la enfermedad
de los órganos a partir de los síntomas patognomónicos que revelan la
disfunción del órgano permite separarlos de los síntomas que indican la
disfunción del individuo en su totalidad. Este es el objetivo esencial que el
homeópata debe fijarse, apelando a toda su capacidad, para extraer fielmente
los síntomas dinámicos de la personalidad a través de la biografía de sus
vicisitudes, emociones y relaciones emocionales que forman la estructura del
alma.
8. Hahnemann, cuando habla de la anamnesis, señala que hay que recoger minuciosamente todos los síntomas de todas las partes del cuerpo, incluyendo las sensaciones, el estado de ánimo y las características morales, y también tener en cuenta la edad del enfermo, su constitución física, manera de vivir, de su régimen alimenticio, de sus ocupaciones, de sus costumbres, de sus relaciones sociales, de su situación familiar, de su vida sexual, etc. Esto significa que su visión del hombre holístico considera la unidad del hombre como un todo orgánico y psicosomático, y también como ser social y relacional.
Concepción Actual de la Enfermedad:
De los tiempos de Hahnemann a la actualidad la ciencia ha
dado enormes pasos que la llevó a una visión unitaria del hombre desde un punto
de vista psico-neuro-endocrino-inmunitario; y en estos años la genética
desarrolló enormes conocimientos que está llevando a una amplificación del
conocimiento médico.
Actualmente se considera que cada enfermedad es el
resultado de la interacción de dos factores:
-La herencia constitucional. Expresada a través del DNA
de los genes contenidos en los cromosomas.
-El modo de vivir (educación recibida, alimentación,
normas higiénicas, respiración, ejercicio físico y mental, ambiente, etc.).
En base a la influencia del componente genético respecto al
ambiental las enfermedades pueden ser vistas en tres clases:
1. La enfermedad monogénica o genéticas raras: predomina
la enfermedad genética; caracterizada por la presencia de un único gen llamado
gen enfermedad (enfermedad congénita).
2. Enfermedad multifactorial o enfermedades comunes: de
la interacción de los genes con factores ambientales. Los genes confieren una
predisposición a contraer una enfermedad sin determinarla. Son llamados genes
de susceptibilidad y según el estilo de vida adoptado por la persona (dieta,
ejercicio, estrés, problemas psicoemocionales) la enfermedad se desarrolla o
permanece silenciosa. Comprende enfermedades cardiovasculares, respiratorias,
diabéticas, algunos tumores, etc.
3. Enfermedades infectivas: hasta hace poco tiempo estas
enfermedades eran consideradas de origen exclusivamente ambientales debidas a
factores externos como virus o bacterias. Ahora, se ha descubierto que la
genética también juega un rol en estas enfermedades, por ejemplo, se conocen
los genes que influyen en la progresión de la enfermedad, como el SIDA, o que
nos hacen inmunes. También estas son enfermedades multifactoriales, donde la
influencia genética, aunque siendo inferior a los factores ambientales, puede
permitir al sujeto tener una mayor o menor capacidad de defensa o de inmunidad.
A lo interno de la medicina occidental (la que domina), existen voces que exprimen la concepción de la unidad psicofísica del hombre al mismo modo que la medicina homeopática. La profunda diferencia que existe entre el conocimiento exclusivo de la patología médica (que es siempre un fundamento indispensable) y el conocimiento de la realidad clínica, es enorme y hace que se requiera la capacidad de agrupar y sintetizar para penetrar lo más posible en tal realidad que es individual y unitaria.
Conclusión del Autor:
Aunque la investigación de la
ciencia médica occidental ha llevado a las mismas conclusiones científicas a
las que la homeopatía ya había llegado durante dos siglos (unidad del hombre en
todo su aspecto psico-neuro-endocrino, cuerpo-mente unidos, importancia de la
psique, importancia de las relaciones humanas para un estado de salud, etc.),
en la práctica el hombre todavía permanece fragmentado en órganos y sistemas
individuales, el cuerpo permanece separado de la psique y el hombre individual
separado de su entorno.
Si, por ejemplo, consideramos
cómo se está tratando actualmente la enfermedad cancerosa, nos damos cuenta de
que es similar a la manera como se trataba la sífilis en el siglo pasado. La
sífilis se considera como una enfermedad con salida local, una sola célula muta
en una célula cancerosa y comienza a proliferar hasta producir el tumor, y la
consiguiente terapia consiste en una terapia quirúrgica con mutilaciones a
veces reales, o con irradiación local, o con una intoxicación general del
organismo tendiendo a destruir estas células cancerosas. Así es exactamente
como la sífilis fue tratada en el siglo pasado, con cauterizaciones profundas o
con la extirpación del área ulcerada.
Este tratamiento contra el cáncer continúa hoy en día, y
se hace pasar por lo último en terapia científicamente válida, a pesar de ser
reconocida como una enfermedad del sistema inmune y por lo tanto una enfermedad
general, además, del reconocimiento de los factores genéticos o ambientales que
pueden favorecer su desarrollo.
La lista de contradicciones que
existen entre la concepción científica general de la ciencia médica occidental
o dominante y su práctica terapéutica es muy larga y abarca desde la
administración de medicamentos para órganos individuales, como si estos
estuvieran separados del resto del organismo, hasta la administración de
medicamentos con parámetros de naturaleza estadística que no tienen en cuenta
las diferencias individuales, así como la administración de medicamentos sin
tener en cuenta el estado psicológico y emocional, para finalmente llegar al hecho
de que la medicina está actualmente dominada por aspectos claramente económicos.
Los hospitales se han convertido
en empresas y deben producir, pero ¿producir qué? Deben producir el intento de
conseguir salud, además, pero, sobre todo dinero, y si un gerente ha
establecido que un departamento quirúrgico debe producir, por ejemplo, cien cirugías
y solo quedan setenta por hacer, las mismas cien se harán con treinta
intervenciones inútiles o dañinas. Y esta es desgraciadamente la realidad que
vivimos actualmente en la que detrás de las bellas palabras se esconde una
realidad terrorífica.
La ciencia médica necesita
homeopatía como un campo seco necesita agua, porque aporta gracias a doscientos
años de investigación experimental y clínica sobre el ser humano (considerado
en su totalidad), lo que le falta para convertirse en una medicina antropológica.
Traducción y adaptación del
libro “Saggio critico sulle malattie croniche di Samuel Hahneman”; de Salvatore
Coco”.