Para el homeópata, la historia clínica es la parte más
importante del acto médico, siendo el objetivo más extenso diagnosticar
correctamente el cuadro nosológico u orgánico actual, ya sea agudo, funcional o
lesional, a los efectos de establecer una conducta terapéutica adecuada, para
establecer un pronóstico sobre las perspectivas futuras del paciente.
El homeópata, debe individualizar al paciente como entidad
única para llegar a conocer en qué se diferencia de cualquier otro enfermo con
la misma patología. El diagnóstico del cuadro nosológico proporciona los
síntomas de cada enfermedad orgánica o local, diferenciándolos de aquellos que
revelan la disfunción del individuo en su totalidad como persona.
Hay que obtener una visión sintetizada del enfermo, es
decir, una comprensión de su personalidad, dejando que éste se extienda sin
interrupciones en el primer momento de la consulta, observando sus actitudes,
sus gestos, sus expresiones y la intención de sus palabras y conducta al juzgar
los acontecimientos de su pasado, la crítica de las personas con las que
comparte, como también, su situación moral, profesional y familiar.
En esta primera etapa de la consulta, el papel del homeópata
debe ser lo más pasivo posible, no interrumpiendo al paciente ni formulando
preguntas que puedan ser respondidas con un sí o un no. Su arte debe consistir en
extraer el síntoma en su real espontaneidad y autenticidad sin falsearlo de
entrada con la pregunta directa, que puede desvirtuar cualquier síntoma con el
sólo hecho de sugerirlo.
La sugestión puede hacerse inconscientemente desde
ambas partes, dado que casi siempre se establece una TRANSFERENCIA entre el
enfermo y el homeópata, también, puede ocurrir que el médico falsee su
objetividad FABRICANDO síntomas que el enfermo no tiene para confirmar un
diagnóstico terapéutico presuntivamente realizado antes de completar el
interrogatorio.
Las únicas interrupciones justificadas serían para
pedir aclaraciones sobre el significado de algunas expresiones del paciente o
para retornarlo al tema en caso de que se desviara del mismo.
Es relevante anotar los síntomas característicos
detectados, de gran valor por ser obtenidos del relato espontáneo, como así
también los demás síntomas importantes para el paciente, para que, al volver
sobre los mismos, puedan ya hacerse preguntas sobre sus modalidades (horarios,
circunstancias, deseos, aversiones, etc.).
Finalizado el relato espontáneo del paciente, y el papel
pasivo del médico, es necesario asegurarse de que no han sido omitidos algunos
síntomas generales y particulares (con las respectivas modalidades que deben
integrar una historia clínica completa).
En la siguiente etapa, se pasa al interrogatorio, como
paso primordial es volver sobre los síntomas motivo de la consulta, que por lo
general son locales, a los efectos de aclarar en lo posible sus modalidades
para que adquieran el valor de síntomas homeopáticos. Una vez obtenido esto, se
pasa a interrogar al paciente sobre sus síntomas generales de acuerdo con el
siguiente plan:
Reacción general del organismo ante la temperatura y
el clima, transpiración, agravación, mejoría, posición y actividad, sueño, apetito,
digestión, sed, deseos y aversiones, micción, menstruaciones, antecedentes
hereditarios, vacunaciones, tratamientos, operaciones quirúrgicas, etc. En fin,
recoger todos los datos relevantes que permitan identificar y escoger el
medicamento.